La grulla cenicienta
Paradas sobre ramas de los manglares de la ciénaga del norte de Yucatán, lucen su hermoso plumaje gris agitado por el viento.
Inmóviles, contemplan el vuelo de otras aves acuáticas que buscan, entre los mangles y los juncos, peces para alimentarse: son las esbeltas grullas migratorias, aves no originarias de la región que en cada temporada invernal visitan la Península.
Conviven con las gallaretas, patos, garzas y pelícanos. Con sus largos picos buscan entre el agua pececillos, que constituyen su principal alimento.
La grulla migratoria es un ave hermosa. Sus ojos redondos y sin pestañas miran con curiosidad a su alrededor. Es la única parte de su cuerpo que mueve constantemente, ya que casi todo el tiempo permanece quieta.
Las playas y ciénagas de la Península sirven de refugio a numerosas variedades de aves acuáticas que llegan a pasar el invierno y anidan en alguno de los rincones de las rías. Se puede decir que son aves de paso, pues sólo permanecen el tiempo necesario para alimentarse y descansar.
La grulla cenicienta, Grus canadensis, del orden gruiforme, es la única variedad que llega hasta las playas de Yucatán, aunque actualmente su presencia no sea tan numerosa ni constante como en otras pocas debido a las modificaciones que registran las zonas húmedas del norte y a la paulatina extinción de esta ave en el país y en el resto de Norteamrica.
De acuerdo con datos proporcionados por Pronatura Península de Yucatán, A.C., hasta hace poco tiempo llegaban a México dos variedades de grullas: la grus canadensis y la grus americana o "grulla gritona', esta última en serio peligro de desaparecer en Norteamérica y extinta en México a consecuencia de la intensa cacería.
La grulla cenicienta es muy parecida a una garza grande, pero tiene la cara desnuda y la piel de la frente de color rojizo; el plumaje es gris cenizo y por lo general tiene manchas amarillentas; las alas son de color gris humo y las piernas y patas de un tono moreno oscuro.
Inmóviles, contemplan el vuelo de otras aves acuáticas que buscan, entre los mangles y los juncos, peces para alimentarse: son las esbeltas grullas migratorias, aves no originarias de la región que en cada temporada invernal visitan la Península.
Conviven con las gallaretas, patos, garzas y pelícanos. Con sus largos picos buscan entre el agua pececillos, que constituyen su principal alimento.
La grulla migratoria es un ave hermosa. Sus ojos redondos y sin pestañas miran con curiosidad a su alrededor. Es la única parte de su cuerpo que mueve constantemente, ya que casi todo el tiempo permanece quieta.
Las playas y ciénagas de la Península sirven de refugio a numerosas variedades de aves acuáticas que llegan a pasar el invierno y anidan en alguno de los rincones de las rías. Se puede decir que son aves de paso, pues sólo permanecen el tiempo necesario para alimentarse y descansar.
La grulla cenicienta, Grus canadensis, del orden gruiforme, es la única variedad que llega hasta las playas de Yucatán, aunque actualmente su presencia no sea tan numerosa ni constante como en otras pocas debido a las modificaciones que registran las zonas húmedas del norte y a la paulatina extinción de esta ave en el país y en el resto de Norteamrica.
De acuerdo con datos proporcionados por Pronatura Península de Yucatán, A.C., hasta hace poco tiempo llegaban a México dos variedades de grullas: la grus canadensis y la grus americana o "grulla gritona', esta última en serio peligro de desaparecer en Norteamérica y extinta en México a consecuencia de la intensa cacería.
La grulla cenicienta es muy parecida a una garza grande, pero tiene la cara desnuda y la piel de la frente de color rojizo; el plumaje es gris cenizo y por lo general tiene manchas amarillentas; las alas son de color gris humo y las piernas y patas de un tono moreno oscuro.
Publicado por: Elizabeth Venegas
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